Javier Traba Pistolas

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viernes, 3 de mayo de 2024

EL GALIL COLOMBIANO: ¿DE LA GLORIA A LA DEPENDENCIA?

Tiempo de Lectura: 5 min.

En la tumultuosa historia de la industria armamentística, la búsqueda constante de la combinación perfecta entre precisión, confiabilidad y facilidad de mantenimiento ha sido una constante. El caso del fusil Galil en Colombia es un ejemplo emblemático de esta evolución.

Por: Javier A Miranda.

Un poquito de la historia que tanto nos gusta

En la década de 1960, Israel se encontraba en la búsqueda de un arma que pudiera combinar la precisión del M-16 y del FN-FAL con la resistencia y fiabilidad del AK-47. La guerra del 67 demostró la necesidad de un fusil más liviano, resistente al polvo y con capacidad para el cartucho 5,56 x 45 mm. Es en este contexto que nace en 1970 el Galil AR, diseñado por Ysrael Galil, integrando lo mejor de varios diseños internacionales.

El Galil AR, con su cuerpo de AK-47, mecanismos de Velmet y cañón del M-16, ofrecía un rendimiento excepcional. Fue seleccionado por Israel debido a su versatilidad, precisión y facilidad de mantenimiento. Estas características también llamaron la atención de Colombia, que buscaba modernizar su arsenal militar y unificar sus fuerzas armadas.

El Galil empieza a recorrer los campos colombianos

Después de la «descertificación» (1) de Alemania y por ende, el cese de ventas y repuestos del  fusil H&K G-3 de nuestro Ejército; por allá, en 1990, Colombia abre una licitación para reemplazar los fusiles de sus fuerzas militares y finalmente unificar sus equipos. A pesar de la competencia de renombradas compañías internacionales, como Colt, Heckler & Koch y FN Herstal, es el Galil AR de Israel Military Industries (IMI, hoy IWI) el que se alza como ganador. 

Eso sin dejar a un lado que la propuesta de IMI era la única que permitía fabricar un fusil localmente en calibre 7,62 x 51 mm, pero que podía ser posteriormente producido en calibre 5,56 x 45 mm a requerimiento del cliente (Colombia) (2). En adición, sus características destacadas, como su buen desempeño general, versatilidad y facilidad de mantenimiento, convencieron a las autoridades de nuestro país.

La introducción del Galil AR en Colombia marcó un hito en la historia militar de Colombia. No solo significó la modernización de su arsenal, sino también la unificación de sus fuerzas armadas bajo un mismo estándar de armamento. Además, la transferencia de tecnología, los procesos de fabricación y la generación de empleo asociados con la producción del Galil AR en Colombia contribuyeron al desarrollo industrial y económico del país.

Desde su ensamble inicial en 1995 hasta la obtención de la licencia de fabricación por parte de Indumil en 2020, el Galil AR ha sido un pilar fundamental en la defensa y seguridad de Colombia. Colombia se convirtió en el único fabricante de fusiles Galil AR fuera de Israel, perfeccionando el diseño y la fabricación de esta arma icónica. 

Indumil ha desempeñado un papel crucial en este proceso, logrando mejoras significativas, ayudando en la creación de los modelos ACE 21, 22 y 23 del Galil (3). Estos avances han permitido no solo mejorar la precisión y peso del fusil, sino también su diseño y comodidad para el tirador; algo que también -con el tiempo- ha sido muy bien recibido por las fuerzas armadas colombianas.

Indumil, el Galil y el presidente Petro

Actualmente, Colombia manufactura localmente todas las partes de ambos fusiles (el AR y el ACE) con excepción del cañón, que sigue siendo importado desde Israel. Aunque en Estados Unidos existen excelentes facilidades para la fabricación de cañones para fusil Galil, la estatal colombiana parece que no tiene las habilidades suficientes para realizar una negociación que no sea realizada en español.

En un principio, se estima que las relaciones económicas entre Colombia e Israel no tendrían interrupciones, a pesar de que desde el 2 de mayo se suspende la diplomacia entre ambas naciones. Cuando se rompen las relaciones diplomáticas hay tres niveles de afectación, por así decirlo. El primero es el nivel diplomático, valga la redundancia, el segundo es el consular, y el tercero incide en las relaciones comerciales. 

Por ahora, el cierre es en el ámbito diplomático. Un asunto importante ,es que, para lo relacionado con el comercio, hay unos blindajes; y esos blindajes están consignados en el TLC que tenemos con Israel, y que incluye, entre ellos, los asuntos de defensa y de cooperación militar. Este TLC está firmado hace ya algunos años, lo que demuestra que claramente Indumil nunca ha estado listo para dar el salto de la dependencia de Israel, algo que debió haberse previsto al menos hace dos años (cuando un presidente de Izquierda llegó a la presidencia).

La falta de fabricación local del cañón limita la autonomía y autosuficiencia de Colombia en la producción de este armamento clave para sus Fuerzas Armadas. Como se puede suponer, la estatal no está lista para buscar alternativas locales o regionales para la fabricación de esta parte crucial del fusil, por lo que se enfrenta a un desafío estratégico: O busca una alternativa rápida, o empezará a depender de alguien más.

Si bien Colombia ha logrado importantes avances en la fabricación del fusil Galil, incluyendo una variante nacional llamada «Córdova» (que no es más que un Galil AR con mejoras estéticas) la dependencia del cañón importado desde Israel sigue representando un desafío que el país debe abordar para fortalecer su soberanía y capacidad de producción, mucho más ahora en este momento estratégico.

Alternativas al Galil para Colombia (y mucha más especulación)

Con una simple comunicación desde Israel, se podría detener de inmediato la producción del Galil en Colombia, al menos en sus variantes más recientes, como el ACE. Con más de 50 años desde su creación, las patentes del Galil AR deberían haber entrado en el dominio público hace al menos 25 años, aunque los abogados de Indumil no hayan tenido la capacidad de profundizar en este tema. 

Esto nos lleva a plantearnos la pregunta inmediata sobre si ¿las Fuerzas Armadas colombianas estarían dispuestas a «retroceder» del ACE al AR o incluso al Córdova?. Sin embargo, es más importante determinar si Colombia tiene la capacidad de producir localmente los cañones, o de adquirirlos en la región sin necesidad de comunicarse en inglés; lo que por supuesto nos dejaría dependiendo -de nuevo- de otro país. 

Mientras todo esto sucede, mientras nos «ponemos las pilas», tendríamos, en el mejor de los casos un retraso en la fabricación, y en el peor de ellos, detener completamente la producción de un asunto que desde los años 90 nos daría «independencia y autonomía» pero que quedó en manos de Indumil.

No es un secreto para nadie que Colombia es un país costoso para producir, y que Indumil es una empresa industrial absolutamente ineficiente. Teniendo esto en cuenta, y considerando la inclinación del presidente hacia Rusia y sus aliados, no debería sorprendernos si el reemplazo del Galil (en caso de que Indumil siga dormida en los laureles del monopolio) fuera también una variante del AK-47. 

Seamos honestos, Estados Unidos (M4/M16), Alemania (H&K), República Checa (CZ), Suiza (SIG) o Italia (Beretta) no serían una opción viable para el presidente de la República.

Si Colombia no puede seguir produciendo los fusiles Galil AR, Córdova y ACE, la respuesta lógica sería utilizar las capacidades de Indumil para seguir fabricando munición 5,56 x 45 mm. Ahora falta hablar del arma que la va a disparar. 

Ahora falta hablar del arma que la va a disparar. 

Para reemplazar el Galil sin necesidad de invertir mucho en el reentrenamiento de las tropas, el fusil de reemplazo debe tener el mismo calibre, las mismas prestaciones y ser funcionalmente similar al Galil colombiano. Esto nos deja con pocas alternativas y realmente muy limitadas, pero curiosamente todas al alcance de la mano.

Las variantes del AK-47 (que serían la opción lógica para el Ministerio de Defensa Nacional) que disparan la munición 5,56 x 45 mm son el AK-19, el AK-101, el AK-102, y el AK-108. Lo interesante del asunto es que nuestro vecino y hermano Venezuela tiene desde 2010 una fábrica de fusiles AK produciendo la variante 103 para su consumo local. 

El AK-103 que es básicamente el AK-101 pero en calibre 7,62 x 39mm. Por supuesto, «a pedido de Colombia», podrían ajustar fácilmente su línea de producción para fabricar también los AK-101, lo que dejaría a la estatal colombiana fuera de la producción local de armamento para sus fuerzas militares, empezando a depender de Venezuela para ello.

Al final del día, no sería sorprendente para nadie que el fusil importado sea mucho más económico que el fabricado localmente por Indumil, lo que políticamente también podría darle muchos puntos al presidente Petro con Venezuela y Rusia… pero todo es solo más especulación.

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(1) Alemania descertificó a Colombia por violación de derechos humanos y suspendió la venta de armas y repuestos, pero aquí en el país se entendió el calibre 7,62 era el que atentaba contra de los derechos humanos, algo que no era para nada cierto.

(2) Para satisfacer la necesidad inmediata de Colombia, la industria israelí recamaró a los Galil AR para que fueran compatibles con las municiones 7,62, con el objetivo de que Colombia pudiera aprovechar la munición que tenía en las bodegas.

(3) En la versión ACE, el Galil pesa mil gramos menos que el original AR (3,9 kilos). Doce piezas de acero fueron reemplazadas por piezas de plástico y otras 31 rediseñadas para aumentar la precisión.