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La participación de
colombianos en la guerra en Ucrania ha generado un debate sobre su
estatus, con frecuencia siendo calificados de mercenarios. Sin
embargo, es crucial entender que no todos los combatientes
internacionales que participan en este tipo de conflictos deben ser
clasificados bajo la figura de "mercenario".
Por: Javier A
Miranda.
La diferencia entre
los mercenarios y los legionarios, aunque sutil para algunos, tiene
implicaciones significativas en términos legales, históricos y
éticos. Este artículo ofrece un análisis detallado sobre ambas
figuras, profundizando en sus orígenes históricos y en las
implicaciones actuales, especialmente en el contexto de los
colombianos en Ucrania.
La figura
del mercenario: orígenes y evolución
Un mercenario es un
combatiente extranjero contratado para participar en un conflicto
armado, motivado por la compensación económica y sin lealtad a las
partes en conflicto. El mercenario actúa fuera del marco legal de un
Estado, en muchas ocasiones al margen de las estructuras militares
tradicionales. Su principal motivación es el beneficio económico,
buscando una compensación superior a la que recibiría un
combatiente regular, sin importar la causa o ideología por la que se
combate.
A lo largo de la
historia, los mercenarios han jugado un papel importante en diversos
conflictos, aunque su figura ha sido históricamente rechazada por
muchos Estados debido a su falta de lealtad y compromiso. Ya en la
antigüedad, civilizaciones como Egipto, Roma y Grecia utilizaron
mercenarios para reforzar sus ejércitos, ya que, al carecer de
fuerzas suficientes o no querer involucrar a sus propios ciudadanos,
recurrían a soldados de otras nacionalidades. Los mercenarios fueron
especialmente relevantes durante la Edad Media y el Renacimiento,
donde los famosos "Condottieri" italianos ofrecían sus
servicios a los estados más poderosos de Europa. Durante este
periodo, las guerras a menudo dependían de ejércitos privados
formados por mercenarios que luchaban por dinero, y no por una causa
o lealtad política.
Un mercenario, en su
definición más básica, es un soldado extranjero que participa en
un conflicto armado motivado por un beneficio económico, sin estar
vinculado a las partes en conflicto por razones de nacionalidad,
ideología o lealtad. El Protocolo Adicional I a los Convenios de
Ginebra de 1949, en su artículo 47, establece una definición
jurídica que se utiliza como referencia en el derecho internacional.
Este artículo considera mercenario a quien:
- Sea contratado
específicamente para participar directamente en hostilidades.
- Tenga
motivación esencialmente económica y reciba una compensación
sustancialmente superior a la que perciben combatientes regulares.
- No sea nacional
ni residente permanente de una de las partes en conflicto.
- No sea miembro
de las fuerzas armadas de ninguna de las partes en conflicto.
- No haya sido
enviado por un Estado distinto al conflicto en misiones oficiales
como miembro de sus fuerzas armadas.
En
tiempos más recientes, los mercenarios han evolucionado hacia una
forma más corporativa. La creación de empresas militares privadas
(EMSP), como Blackwater (ahora Academi) o
el grupo Wagner,
a finales del siglo XX, dio un nuevo giro a la figura del mercenario.
Estos actores, aunque operan bajo contratos legales, a menudo se
encuentran en una zona gris en cuanto a su legalidad y su
responsabilidad en violaciones de derechos humanos o crímenes de
guerra. Su presencia en conflictos como los de Irak y Afganistán
mostró el papel creciente de los mercenarios en los conflictos
modernos, especialmente cuando los gobiernos de los países
involucrados no desean comprometer a sus propios soldados.
La figura
del legionario: una tradición militar
En contraste con los
mercenarios, los legionarios son combatientes que se alistan a un
ejército extranjero en calidad de voluntarios, pero dentro de un
marco legal y regulado. Los legionarios forman parte de un ejército
organizado y están sujetos a las leyes y normas del país que los
recluta, lo que les otorga una serie de derechos y responsabilidades
similares a los de los soldados nacionales.
El concepto de
legión extranjera tiene sus raíces en la antigua Roma, cuando el
Imperio Romano reclutaba soldados de sus territorios conquistados.
Estos combatientes, conocidos como "auxiliares", no eran
ciudadanos romanos, pero formaban parte de las fuerzas armadas del
imperio, contribuyendo a la expansión y protección del Estado. A
medida que la historia avanzaba, las legiones extranjeras fueron
adoptadas por diversos países, siendo la Legión Extranjera Francesa
la más emblemática de la era moderna.
Fundada en 1831, la
Legión Extranjera Francesa permitió a Francia incorporar soldados
de diversas nacionalidades, ofreciéndoles la oportunidad de servir
en el ejército sin comprometer a los ciudadanos franceses. Esta
legión desempeñó un papel crucial en las guerras coloniales, como
las que se libraron en África y en Indochina, y sigue siendo una de
las unidades más prestigiosas y reconocidas del ejército francés.
Los combatientes que se unen a la Legión Extranjera pueden obtener
la ciudadanía francesa tras completar varios años de servicio, lo
que les brinda un nuevo comienzo y estabilidad económica.
Hoy en día, las
legiones extranjeras no son tan comunes, pero algunos países, como
Francia, Israel, España, Estados Unidos y mas recientemente Ucrania con su "Legión Internacional para la Defensa" [1],
mantienen estructuras legales que permiten a los extranjeros
enlistarse en sus fuerzas armadas. Por ejemplo, Israel permite que
los voluntarios extranjeros se alisten en las Fuerzas de Defensa de
Israel bajo el programa "Mahal", mientras que en Estados
Unidos, ciertos extranjeros pueden unirse a sus fuerzas armadas bajo
condiciones especiales, como la obtención de residencia permanente.
Marcando las
diferencias
A diferencia de los
mercenarios, los legionarios están sujetos a un sistema militar
organizado y regulado por el Estado que los recluta, lo cual les
otorga un estatus legal claro y definido dentro de la estructura de
las fuerzas armadas nacionales. Los legionarios son pagados
directamente por el Estado que los integra, y sus salarios,
beneficios y derechos están determinados por las leyes y
regulaciones del país al que sirven. Esto implica que su
participación en el conflicto se encuentra dentro de un marco legal
y militar establecido, en el que se les considera miembros oficiales
de las fuerzas armadas, con un entrenamiento, disciplina y jerarquía
similar a la de los soldados nacionales.
En contraste, los
mercenarios son contratados por empresas privadas, que suscriben
acuerdos con los Estados para prestar servicios de seguridad o
intervención en conflictos. En estos casos, los mercenarios son
remunerados por estas empresas y no por los gobiernos, lo que los
coloca fuera del control directo de las estructuras militares
nacionales y, en muchos casos, los coloca en una zona gris desde el
punto de vista legal.
Los mercenarios, al
actuar como actores privados, no están sujetos a las mismas
regulaciones ni a la cadena de mando de un ejército estatal, lo que
genera una serie de desafíos éticos y jurídicos, particularmente
cuando se trata de la responsabilidad por violaciones de derechos
humanos o crímenes de guerra. Esta distinción es crucial, ya que el
hecho de que los legionarios reciban su pago y supervisión
directamente del Estado implica una legitimidad legal y una
integración clara dentro de la estructura nacional, mientras que los
mercenarios operan bajo acuerdos privados que los desvinculan de las
obligaciones y normativas del Estado en el que intervienen.
Colombianos
en Ucrania: ¿mercenarios o legionarios?
En el caso de los
colombianos que luchan en Ucrania, es fundamental reconocer que,
aunque algunos de ellos puedan ser percibidos como mercenarios debido
a su origen extranjero y su participación en un conflicto distante,
la realidad es que muchos de estos combatientes se han integrado
formalmente en las fuerzas armadas ucranianas.
A diferencia de los
mercenarios, quienes son contratados por empresas privadas y suelen
actuar fuera del marco legal y militar estatal, los colombianos en
Ucrania no están motivados únicamente por una compensación
económica, sino que se han alistado como voluntarios en una
estructura militar oficial y regulada por el Estado. Esto los coloca
más cerca del concepto de "legionario" que del de
"mercenario". Ucrania ha aceptado a combatientes
internacionales dentro de su Legión Extranjera Ucraniana, lo que
permite que estos voluntarios se integren dentro de un cuerpo militar
nacional, con derechos y obligaciones similares a los de los soldados
ucranianos.
Al formar parte de
esta estructura organizada, los colombianos no actúan como actores
privados ni operan fuera de la supervisión estatal, como es
característico de los mercenarios. Por el contrario, su
participación está dentro de un marco legal y militar que los
legitima como combatientes dentro de una fuerza armada nacional. Esta
clara distinción es esencial para entender que los colombianos que
combaten en Ucrania no son mercenarios, sino legionarios que han
decidido unirse a una causa bajo un contexto legal y regulado.
Y llegando a
la conclusión
La diferencia entre
mercenarios y legionarios no es solo una cuestión semántica, sino
que tiene profundas implicaciones legales y éticas que algunos
parecen pasar por alto. Los mercenarios, al operar fuera del marco
legal y por razones puramente económicas, se encuentran en una
posición especialmente vulnerable ante el derecho internacional,
enfrentando restricciones y sanciones en muchos casos. Por otro lado,
los legionarios forman parte de estructuras militares estatales
reconocidas, lo que les otorga un estatus legal y un marco de
derechos y deberes mucho más claro. ¡Qué diferencia tan pequeña y
simple, verdad?
Es fundamental que las personas (y muy especialmente los periodistas) comprendan la diferencia legal y contextual entre los
términos "mercenario" y "legionario", aunque
parece que en ocasiones esto sea un detalle sin mucha importancia. El
uso indiscriminado del término "mercenario" para referirse
a combatientes extranjeros que se alistan en una estructura militar
estatal, como los colombianos en Ucrania, puede fácilmente generar
malentendidos y desinformación.
Entonces no, señores periodistas, los colombianos combatiendo en Ucrania (asi hayan pertenecido a las Fuerzas Armadas o sea civiles) no son "mercenarios" son LEGIONARIOS.
El término
"mercenario" implica una motivación exclusivamente
económica y una participación fuera del marco legal y estructurado
de un ejército, mientras que un "legionario" es un
combatiente que se une formalmente a una fuerza armada estatal, con
derechos y deberes similares a los de los soldados nacionales, y que,
en general, actúa por razones que van más allá del lucro, como la
búsqueda de un nuevo comienzo o la defensa de una causa. Claro, un
pequeño detalle que cambia todo el panorama.
Usar la palabra "mercenario"
para describir a los legionarios no solo distorsiona la realidad de
su participación, sino que también puede afectar su reputación y
la comprensión del público sobre el contexto legal en el que
operan. Así que, si no quieren seguir sumando confusión, es crucial
que los medios de comunicación usen estos términos con precisión y
responsabilidad, promoviendo una comprensión clara y adecuada de la
naturaleza de estos combatientes internacionales. Es un concepto tan
simple, ¿no? ¡Una pequeña precisión puede hacer toda la
diferencia!
[1] ¿Se me considerará un mercenario, delincuente o criminal si me uno a las Fuerzas Armadas de Ucrania como Legionario?
Rta./ No, será a todos los términos legales un militar de las Fuerzas Armadas de Ucrania, como los ucranianos que sirven.
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